La jornada de inscripción de candidaturas del fin de semana ofrece tanto material que un análisis completo es imposible. Lo que sigue no busca ser un análisis exhaustivo, sino una pincelada de lo más llamativo.
Primero, la tan apetecida “unidad” que nadie logró encarnar. El oficialismo fue quien más la proclamó, pero terminó con dos pactos: el “mayoritario” y el “minoritario”, y un tercero de izquierda no oficialista. La unidad terminó convertida en un simple ejercicio retórico.
Segundo, la inscripción de Daniel Jadue. Aunque nuestra Constitución ultra vigente es clara en su artículo 16 –el acusado por delito queda suspendido en su derecho a sufragio–, el pacto “mayoritario” lo proclamó igual. Algunos, como Eric Aedo, protestaron con lágrimas de cocodrilo. Pero a estas alturas nadie puede alegar sorpresa: se aliaron con un partido que nunca ha escondido –ha sido extrañamente sincero– su desprecio por las reglas, el Estado de derecho y la democracia liberal.
Tercero, Miguel Ángel Calisto. El ex DC y ex Demócratas terminó desaforado e investigado por fraude al fisco. Ante la negativa de Chile Vamos de llevar candidatos con estos antecedentes, no demoró en cruzar el río y fue recibido como candidato por el pacto oficialista “minoritario” (Regionalistas y Humanistas). ¿En qué se parecen Calisto y Aedo, además de sus convergencias decé? Aunque ambos se declararon opositores del actual gobierno, y en 2022 combatieron el adefesio constituyente de la izquierda refundacional, hoy parecen cómodos –demasiado cómodos– bajo el alero de Jeannette Jara, la candidata oficialista y comunista. Todo muy normal. Todo muy DC.
Cuarto, las promesas olvidadas de los renovadores de la política. Gonzalo Winter, Claudia Mix, Gael Yeomans y Jorge Brito, hace casi ocho años, firmaban solemnes compromisos de limitar su labor parlamentaria a dos periodos. Sorpresa: hoy van por el tercero. El entusiasmo de 2017 se evaporó más rápido que sus discursos contra la “vieja política”.
En quinto y último lugar, el pacto de Republicanos, Libertarios y Social Cristianos decidió levantar a Gino Lorenzini. El mismo fundador de Felices y Forrados, la cuestionada plataforma que recomendaba a los afiliados a las AFP cuándo cambiarse de fondo para supuestamente maximizar su rentabilidad. Paradójico: quienes crecieron denunciando malas prácticas políticas hoy las repiten, presentando al “gurú previsional”, popular y con escaño casi asegurado.
Lo cierto es que los ejemplos abundan. Aquí apenas un puñado. Sería ingenuo creer que solo la izquierda o estos pactos merecen la crítica: la derecha también juega al espectáculo, levantando a figuras mediáticas y de farándula con tal de asegurar un escaño. Lo preocupante no es tanto la extravagancia de algunas candidaturas, sino la liviandad con que los partidos sacrifican coherencia. El panorama se parece más a un casting de reality que a una oferta electoral seria. Y, como en todo espectáculo, el costo lo terminarán pagando los ciudadanos.
Emilia García es directora de estudios de IdeaPaís. Columna publicada en Radio Bio Bio, el 22 de agosto
