¿Cuál es el patrón común entre los casos Monsalve, Bernarda Vera y Convenios, el cobro excesivo de las cuentas de la luz y la fallida compra de la casa de Allende? Ante información sensible y desfavorable, el gobierno siempre calló.

El episodio más reciente —el error que hizo pagar de más a millones en sus cuentas de luz— se conoció hace pocos días, pero en el Ministerio de Energía lo sabían desde hace casi un año. ¿Qué hace el Presidente Boric? Desvía osadamente la atención, rasgando vestiduras al describir estos hechos como «impresentables», sin reparar en que es él el último responsable de este bochorno, y que en lugar de indignarse, debe usar todas sus energias en solucionar tal abuso. Pero claro: por 30 pesos, «quemarlo todo» sí aplicaba.

Lo mismo pasó hace un mes con Bernarda Vera. Quien fuera supuesta detenida desaparecida, en verdad vive en Argentina, mientras su familia recibe una pensión de reparación. Las autoridades fueron notificadas en enero, pero el silencio se rompió solo cuando la prensa lo publicó.

Misma conducta se vio en 2023 con el caso Convenios. El 16 de junio, el medio Timeline reveló transferencias irregulares entre Vivienda y fundaciones afines al oficialismo, ocasionando acaso el mayor escándalo de este gobierno. Pero la subsecretaria de la cartera fue advertida un mes y medio antes, y el propio Presidente Boric reconoció después conocer antecedentes previamente.

La misma porfía silenciadora marcó la compraventa de la casa de Allende. Una funcionaria de Bienes Nacionales advirtió sobre las consecuencias jurídicas de comprar un inmueble donde una Ministra y una Senadora eran codueñas. No les importó: siguieron adelante, y el escándalo estalló.

El caso Monsalve, por último, mostró el silencio más crudo. Durante dos días, el Presidente supo que el subsecretario del Interior estaba acusado de violación, y que habría usado su cargo para presionar a la PDI. Reaccionó —en un memorable punto de prensa— solo tras una publicación de este medio.

Cada caso tiene sus particularidades, pero todos comparten la consciente decisión de guardar silencio. Ahí radica la gravedad: no es desprolijidad ni torpeza, sino un patrón de ocultamiento inaceptable.

Este gobierno prometió mucho y cumplió poco. Boric aseguró que serían humildes, y que terminaría su mandato con las «cuentas claras» (tamaña paradoja) y con menos poder que cuando comenzó. Su sello, en cambio, es la hipocresía de quienes se juraban distintos, mientras reproducen lo peor del poder: callar ante lo que incomoda, encubrir lo que compromete y reaccionar solo cuando la prensa expone. No serán recordados solo por su ineficacia ni por su intervencionismo: brillará, ante todo, la contradicción entre el discurso moral que los llevó a La Moneda y el abuso de poder con que la habitaron.

Cristián Stewart es director ejecutivo de IdeaPaís. Columna publicada en La Segunda, el 23 de octubre